Plataforma Acción Climática Participativa

El proyecto Euroclima Producción Resiliente de Alimentos presenta avances al equipo ACP Argentina

Se puso en marcha el proyecto EUROCLIMA+ del Componente Producción Resiliente de Alimentos (PRA), financiado por la Unión Europea. Los equipos de Argentina y Colombia se reunieron en Buenos Aires, Argentina, e invitaron a participar a la coordinadora del proyecto Acción Climática Participativa, Mg. Paula Juarez.
22 de Octubre de 2019 a las 11:41

¿Cómo perciben las poblaciones rurales la variabilidad climática? Los incendios en el noroeste de Córdoba, la sequía y las cenizas volcánicas en la estepa patagónica, las lluvias e inundaciones en el cordón hortícola de La Plata (Argentina) y la deforestación en la Amazonía colombiana tienen un denominador común: el aumento de los riesgos y la vulnerabilidad de los sistemas de producción. ¿Cómo hacer frente a los riesgos y generar mejores condiciones de adaptación de las producciones hortícolas-ganaderas frente a los cambios climáticos?  Ese fue el principal tópico que se analizó en el primer encuentro del equipo de gestión del Proyecto “Producción resiliente de alimentos en sistemas hortícolas-ganaderos de la Agricultura Familiar en regiones climáticamente vulnerables de Argentina y Colombia”.

Del 15 al 17 de octubre, los integrantes de Argentina y Colombia se reunieron en Buenos Aires, Argentina, para avanzar en la ejecución del proyecto aprobado por el programa EUROCLIMA+ de la Unión Europea; una iniciativa ejecutada por el Instituto de Tecnología Agropecuaria de Argentina (INTA) y el Centro para la Investigación en Sistemas Sostenibles de Producción Agropecuaria (CIPAV) de Colombia.

En la presentación estuvieron presentes el Director Nacional Asistente de Transferencia y Extensión / CIPAF y responsable del proyecto por INTA, Diego Ramilo; la referente de la Dirección Nacional de Cambio Climático de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, Mariana Corvaro; la referente de la Dirección de Monitoreo de Emergencias Agropecuarias del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, María Estrada; la representante de la Fundación Plurales, Paula Juárez, quien es también punto focal por Argentina del Proyecto Euroclima+ (BBE) sobre Gobernanza ambiental participativa; la responsable del Equipo Ambiental y Social de la DIPROSE del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Milagros Castro Ríos; y la experta de la Delegación Argentina de la Unión Europea Eva Ceh, dado que la Unión Europea es el socio externo de este proyecto.

El proyecto en cuestión busca aumentar la resiliencia y la capacidad de adaptación (agro-ecológica y organizacional) de sistemas de producción de alimentos con base hortícola y ganadera, y de los medios de vida de las familias rurales en áreas de elevada vulnerabilidad a los efectos negativos de la variabilidad del clima.

Desde el INTA, Diego Ramilo señaló que desde hace una década el INTA trabaja en sistemas de resiliencia y adaptación de la agricultura familiar al cambio climático. “Primero lo hizo a través de PROCISUR, luego con el propio sistema de extensión, financiado por el Fondo de Adaptación de Naciones Unidas, ahora se suma el proyecto de EUROCLIMA+, donde se profundiza el trabajo institucional en tres sitios pilotos de Argentina. A partir de estos trabajos lo que se procura es generar distintas tecnologías y herramientas de información para los decisores políticos. Este proyecto es una oportunidad, trabajaremos conjuntamente con las organizaciones de productores de modo que con el conocimiento científico y el conocimiento tácito de las organizaciones se generen propuestas lo más eficientes posibles para responder a esta realidad tan cambiante y desafiante”.

El investigador del CONICET Pablo Tittonell es uno de los coordinadores del proyecto y abrió su presentación con una pregunta: ¿cómo perciben las familias rurales los eventos de sequías, lluvias e incendios y de qué modo actúan en consecuencia? A partir de este interrogante, planteó una estrategia de co-innovación para trabajar en conjunto con las familias rurales. Explicó que las cuatro áreas de intervención (AI) priorizadas en el proyecto, tienen alta exposición a problemas climáticos de cambio y variabilidad: “Sequías, heladas y efectos indirectos como la desertificación en la Patagonia; prevalencia y aumento de incendios en Traslasierra en Córdoba; lluvias, vientos y granizos en el cordón hortícola de La Plata, con mayor incidencia de pestes en los cultivos y deforestación en la región Caquetá de la amazonía colombiana”.

Las Áreas de Intervención

Desde Traslasierra, Córdoba, Argentina, el investigador del INTA Dardo López considera que el aumento de la recurrencia de sequías e incendios en una zona que ya es árida plantea desafíos enormes para que las familias puedan mantener sus condiciones de vida y producción en el monte. López es el referente del proyecto en Córdoba y comparte los resultados de un estudio reciente dado a conocer por técnicos del INTA que participan en dos proyectos de EUROCLIMA+: “En tres décadas, el número de hectáreas quemadas fue en aumento, por lo que se recomienda considerar a Traslasierra como un territorio con alto riesgo de ocurrencia de incendios. En el Departamento de San Javier, por ejemplo de 55.000 hectáreas relevadas por INTA entre 1987 y 2018, se quemó un 75% de la superficie. Los incendios son una problemática generalizada. Por lo que se requieren acciones concretas de prevención y mitigación, alertas tempranas, inventarios de reserva de agua y equipamiento disponible. Diagnosticar el riesgo junto a las comunidades, es lo que se propone en primera instancia el proyecto de producción resiliente de alimentos”.

En esta tarea los integrantes del proyecto de producción resiliente de alimentos no están solos. Cuentan con la articulación de otras iniciativas similares. Así lo explica Paula Juárez, de la Fundación Plurales, quien es la coordinadora argentina del proyecto sobre Gobernanza Ambiental Participativa de EUROCLIMA+ (BBE):  “La articulación entre proyectos es importante porque impacta más sobre las comunidades. Proponemos estrategias multifuncionales para la incidencia en políticas públicas de adaptación al cambio climático. Tenemos acciones comunes en este territorio. Aquí tenemos tres iniciativas EUROCLIMA+ que trabajan la multifunción del bosque en diferentes niveles, debemos abordar en conjunto el trabajo con los gobiernos locales y las organizaciones de base del territorio”.

Desde la EEA Bariloche, Paula Ocariz, punto focal de Patagonia para el proyecto de EUROCLIMA+ explica los alcances de esta iniciativa: “Se busca diseñar, implementar, evaluar y sistematizar medidas que mejoren la resiliencia frente a sequías, inundaciones, incendios y eventos extremo, diversificando los sistemas (genética, productiva, comercial, organizacional), para mejorar la eficiencia de captura, almacenaje y utilización del agua y fijando y secuestrando carbono orgánico en los suelos y la vegetación”.

Antonio Solarte es investigador del CIPAV en Colombia y es también el punto focal de EUROCLIMA+ (PRA) en la Amazonía: “El proyecto se localiza en el Piedemonte Andino-Amazónico, en la región de Caquetá, que es una franja que conecta la Amazonía colombiana con Los Andes. Esta región alberga 29 ecosistemas con alta diversidad biológica, donde conviven numerosas comunidades indígenas que conviven con producciones ganaderas. Sucede que Caquetá es el departamento de mayor deforestación, con un 70% de tala  de grandes capitales que pugnan por la tierra y praderización de cultivos de uso ilícito, en un contexto de aumento de la temperatura y las precipitaciones. Lo que nos proponemos es aplicar un enfoque de intervención de sistemas ganaderos con un criterio de conservación de biodiversidad y servicios ecosistémicos que puedan orientar una restauración e intensificación ecológica sostenible para sistemas agrosilvopastoriles”.

CIPAV Colombia

La investigadora del INTA IPAF Región Pampeana, Edurne Battista, es punto focal del cinturón hortícola de las localidades de La Plata, Berazategui y Florencio Varela y explica los alcances de este encuentro: “es la primera actividad del equipo de gestión. Trabajamos sobre los acuerdos necesarios para la ejecución de este proyecto, los criterios y metodología común para los cuatro sitios. En el corto plazo, se focalizó en la meta 1 que tiene que ver con la construcción de un diagnóstico participativo junto a las familias sobre la percepción del riesgo climático. En los próximos meses cada uno de los sitios llevará a cabo talleres donde se identificarán posibles medidas de adaptación para el año que se aproxima. La iniciativa se propone que cada uno de los puntos focales pueda incorporar prácticas innovadoras orientadas a la adaptación al cambio climático. El proyecto busca fortalecer la resiliencia de la producción alimentaria, a través de la disponibilidad de indicadores, procesos de co-innovación, apoyo técnico y organizacional”.

Medir los riesgos

¿Qué es un riesgo climático, cómo se percibe y de qué modo se puede medir? Iris Barth es geógrafa, trabaja en el INTA, conforma el equipo de gestión del proyecto y es la encargada de avanzar en la puesta en común de una  metodología para análisis del riesgo climático según el concepto del IPCC (Panel Intergubernamental de Cambio Climático) y una propuesta metodológica de GIZ (Agencia de Cooperación Internacional de Alemania): “en esta primera escala del proyecto nos proponemos compartir una metodología para los talleres que realizaremos en  cada uno los áreas de intervención de Patagonia, Córdoba, La Plata y Colombia”.

El riesgo es el resultado de la interacción entre la exposición y la vulnerabilidad de un sistema frente a un peligro (una amenaza climática). Por ejemplo, riesgo de escasez o abundancia de agua para los sistemas hortícolas-ganaderos de la AF, de inseguridad alimentaria para las comunidades, de extinción de especies para la biodiversidad.

El peligro, en tanto es la apariencia  potencial de un evento puntual o una tendencia física relacionada con el clima o los impactos físicos de éste que puede causar pérdidas de vidas, lesiones u otros efectos negativos sobre la salud, daños y pérdidas en propiedades, infraestructuras, medios de subsistencia, prestaciones de servicios, ecosistemas y recursos ambientales. Por ejemplo, un evento climático con precipitaciones intensas y tormentas; una tendencia climática, con menos agua de deshielo y aumento de la temperatura promedio; un impacto físico directo, como una inundación.

La exposición, por su parte, se define como la presencia de personas, medios de vida, especies o ecosistemas, funciones, servicios y recursos ambientales, infraestructura o activos económicos, sociales o culturales en lugares y entornos que podrían verse afectados negativamente.

La vulnerabilidad, en tanto, es la predisposición a ser afectado negativamente. Comprende tanto la sensibilidad intrínseca al daño y además la falta de capacidad de respuesta y adaptación: la habilidad de las comunidades y las organizaciones de la agricultura familiar en cada territorio para prepararse y responder a impactos climáticos actuales y futuros. .

En el Proyecto de Producción Resiliente de Alimentos, se proponen sistematizar los riesgos, porque del análisis conjunto con las organizaciones se podrán priorizar medidas de adaptación, de infraestructura, de manejo de recursos naturales, de instrumentos regulatorios y de estructura de incentivos locales que luego se pueden escalar a nivel municipal, provincial y nacional.

► Ver video del proyecto https://youtu.be/SH0Wc0cFYMg

►Galería de fotos https://cutt.ly/qehl53f

Para más información:
► Contactos:

Iris Dagmar Barth

Marcelo Carlos Belloni

Nota publicada originalmente en la web del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA)